OVNIS, OPARS, ARQUEOLOGIA Y LEYENDAS URBANAS

viernes, 29 de marzo de 2013

LA ISLA DE LOS MUERTOS

 
El gobierno de Chile en 1905 cedio la explotación de unos terrenos en Bajo Pisagua,
en la desembocadura del Río Baker. Cedió esta explotación a la Compañía explotadora del Baker, esta a su vez contrató a doscientos obreros chilotes y los embarcó en el vapor Dalcahue, su misión una vez llegaran al lugar era construir barracones, casas, carreteras y corrales. Tendrían 6 meses desde su llegada hasta que volviera otro barco.
El vapor Dalcahue de la empresa de navegación Menéndez Behety sale de puerto y navegara sin contratiempos por zonas de una gran belleza, pero a su vez por ser tan vírgenes, muy peligrosas para la navegación.
El vapor desembarca a los obreros, las herramientas y alimentos. El capataz, un inglés llamado Williams Norris, ordena la construcción de una oficina, corrales, establos, un almacén donde guardar los alimentos y las herramientas, y un barracon donde dormirán y comerán los trabajadores.
Comienza un trabajo duro abriéndose camino derribando enormes árboles, haciendo caminos en el bosque, para crear una carretera que permita llegar hasta la frontera con Argentina, y permita exportar lana y carne en el futuro. 
La empresa que los contrató, la Compañía Explotadora del Baker, les entregó herramientas y una cierta cantidad de alimentos, con la promesa de que enviarían barcos continuamente para aprovisionar el nuevo asentamiento.
Transcurren los meses, la alimentación es a base de carne salada, tocino, arroz, alubias y harina. No hay verduras ni frutas frescas, y los alimentos empiezan a estropearse. Al tercer mes los obreros empezaron a enfermar. Moretones en piernas y brazos, hemorragias que indicaban daños gastrointestinales, sangramiento de encías, mareos, dolores de cabeza y una irritabilidad que hacia que cada día hubiera peleas entre obreros. Todo esto acompañado con dolores musculares que impiden que los trabajadores realicen sus labores. Solo cabía esperar, que pasaran los seis meses para que llegara otra vez el barco y pasaron los meses, y no llegó ningún barco. Los obreros permanecían en las barracas soportando las inclemencias del tiempo, lluvias, fuertes vientos y sobre todo mucho frió. Los trabajos se paralizaron, no podían continuar construyendo una carretera que llegase hasta la frontera con Argentina. El alimento consistía en trozos de bacalao salado, masa de harina con gorgojos, tortillas mal cocinadas. Las encías se ulceran y sangran, los dientes se caen.
Un día amanecieron muertos siete obreros y creyendo en un contagio de una extraña enfermedad, los obreros, sepultaron a los fallecidos en una pequeña isla ubicada en el delta del Baker. Los enterraron en ataúdes hechos con tablones de cipreses. Otro día fallecieron 28 obreros. Se les enterró sin escribir su nombre en la cruz.
Pasan más de ocho meses y los sobrevivientes permanecen aislados y abandonados en las instalaciones de la Compañía Explotadora del Baker, un sitio donde mas de un centenar de hombres encontraron la muerte. Nadie viene en su ayuda, nadie los saca de ese infierno, atrapados entre el mar y una selva húmeda, allí se quedaran hasta que en octubre de 1906 llega un barco y por fin rescata a los pocos sobrevivientes. Desnutridos y sin dientes toman el camino de regreso, muchos morirán en el viaje, otros al llegar a sus pueblos. En el Bajo Pisagua, en una isla, queda un cementerio, como único testigo de la tragedia. El misterio permanecerá en la Isla de los Muertos.
No se sabe que hizo que los obreros enfermasen a los pocos meses de llegar a su destino, comerse la comida en mal estado tubo que ayudar y mucho, pero eran hombres fuertes, acostumbrados al esfuerzo físico, pero de repente se encontraron flojos, sin fuerzas. Algunas fuentes culparon a la Compañía Explotadora del Baker de envenenarles para no tener que pagarles los sueldos, según esta teoría la comida ya estaría envenenada y los obreros irían muriendo poco a poco.
Otros piensan que aquellos obreros murieron envenenados a causa de consumir alimentos contaminados con pesticidas que el barco llevaba en la misma bodega donde se transportaban los alimentos.
Hoy la Isla de los Muertos es Patrimonio Historico y un lugar de peregrinación turística a unos pocos kilómetros de Caleta Tortel, un pueblo de calles de madera, a la orilla del mar que es el único camino para viajar por la Patagonia Insular.
Desde hace años la isla es víctima de las crecidas del río Baker que se ha llevado las tumbas periféricas y parte de la vegetación que protege el recinto. Ya por el año 1945, el padre salesiano Alberto Agostini mencionaba 120 sepulturas, para al año siguiente el explorador A. F. Tschiffely reconocía tan solo 79 y hoy solo quedan 33.
Fuentes:



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